domingo, 24 de octubre de 2010

Lluvia. Es de noche.


Destruído, sentado solo en el cordón de aquella calle, a la cual frecuentaba. Su postura inmóvil,
aferrando sus propias manos, sus piernas flexionadas con sus rodillas apuntando al cielo negro, un tanto separadas la una de la otra. Lo único que cambiaba de posición era su cabeza: apuntando hacia abajo, contemplando el impacto de las gotas de lluvia en el suelo; Luego de unos minutos, sigilosamente, levantaba su mirada y se dirigía hacia el cielo.
Es imposible descifrarsi estaba llorando o tan solo eran gotas de lluvia que caían sobre sus ojos y simulaban ser lágrimas. En ese instante, cerraba sus ojos y nuevamente, luego de un par de minutos, bajaba su cabeza muy despacio y volvía a repetir la secuencia.
Esa calle no solía ser transitada, debe ser la razón por la cual eligió sentarse allí. Sin embargo, sentía los pasos y las voces de personas que caminaban por la otra vereda, como si le tuvieran miedo. No sé que fue lo que mas lo sorprendió, si la gente que pasaba lejos de él, o escuchar pasos acercándose.Cuando los comenzó a escuchar, nunca dejó de mirar el suelo. Sintió que esa persona se detuvo al lado de él. No quiso mirar, pero gracias a un farol podía ver la sombra. Era un hombre que suavemente extendía su mano. Cuando ve esto, inmediatamente gira su cabeza y dirige su mirada hacia él, que con una voz muy grave le dice: - ¡dame todo lo que tengas! Decepcionado, sin miedo y con una calma que asombra, mete su mano en el bolsillo y le da un billete de 10$. De su otro bolsillo, toma su celular y se lo da, mirando nuevamente al suelo: El hombre, mira el celular y le dice: - Tenés 32 llamadas perdidas. (silencio)...Se queda solo, escuchando cada vez mas lejano el sonido de los pasos de aquel hombre.
Mas tarde, se levanto suavemente, sin persar todo lo que ese día gris había sucedido. Miró nuevamente el cielo por un largo rato y empezó a caminar por calles que nunca antes había pisado. Intentaba evadir a cualquier persona que se podía llegar a cruzar, lo único que quería era llegar a su casa, recostarse y dormirse. Pero él mismo sabía que aunque durmiera un día, una semana, un mes, un año, nunca iba a olvidarse de todo lo que había pasado, no ese día precisamente, sino, de los últimos cuatro años vividos..

6 comentarios:

  1. Pinta interesante. Me quedé con ese sabor agridulce de la intriga asique no cuelguen!

    Un saludo!

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  2. Hola Gon, Josefina, me dejaron con ganas de seguir la historia...un excelente comienzo, aqui estaré cada tanto a leerlos!! un abrazo!

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  3. Wow. Me gustaría saber como sigue, o si sigue, hmm. Seguiré pendiente.
    Hare Krishna!

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  4. Cada 4 años lloramos o por la Sele o por las elecciones. Muy bueno

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